martes, 2 de febrero de 2010

Una noche en el pabellón de anatomía


La siguiente experiencia es completamente real. La vivimos con un amigo hace unos cuantos meses, en el pabellón de anatomía de la facultad de Medicina Veterinaria, lugar en donde estudiamos:

“Con un amigo, éramos los últimos estudiantes que quedábamos en la escuela, repasando las materias para el examen del día siguiente. Ya había anochecido, y como era época invernal, todos los alumnos se habían marchado a sus hogares. El frío y el silencio sepulcral se perpetuaban en las piezas anatómicas de un cadáver de caballo que utilizábamos para aprender anatomía, como también en los esqueletos de perro y gato ubicados en el mostrador. Estábamos estudiando muy concentrados, pero en cierto modo intimidados por la soledad que nos rodeaba, tomando en cuenta que nuestra escuela está ubicada a las afueras de la ciudad. De pronto, algo alteró la tranquilidad del momento. El hervidor, en donde calentábamos agua para preparar café, se prendió como por arte de magia, y comenzó a hervir instantáneamente. Con mi amigo, nos miramos extrañados, y lo apagamos. No nos causó mucho miedo, pues sabíamos que ese tipo de sucesos paranormales solían ocurrir en el pabellón, y por lo demás, no significaba ningún tipo de ataque hacia nosotros. Sin embargo, eso no era nada comparado con lo que nos esperaba. Momentos después del incidente del hervidor, alguien o algo tomó por fuera la puerta del pabellón cerrada con pestillo, y comenzó a hacer fuertes intentos por entrar hacia donde nos encontrábamos. Habrán sido unos 3 a 4 segundos, pero que nos parecieron una eternidad. De pronto, se detuvo, justo cuando se escucharon pasos como de alguien alejándose corriendo del pabellón. Rápidamente, corrimos hacia la puerta, la abrimos y nos adentramos en la oscuridad para descubrir al sujeto que nos estaba molestando, pero no encontramos a nadie. A esas horas de la noche, era realmente difícil que alguien se hubiese quedado únicamente para molestarnos, y de haber sido así, los guardias nos hubieran contado al día siguiente. Asustados como estábamos, tomamos nuestras cosas y nos largamos del lugar. Ya habíamos estudiando bastante, y no queríamos seguir en un lugar donde la vida y la muerte convivían tan de cerca.”
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Esta experiencia es real, y la quería compartir con ustedes. Es más, posteriormente mi amigo, intrigado por lo sucedido, fue nuevamente al pabellón y sacó varias fotos hacia la oscuridad. Lo que salió en ellas nos dejó muertos de miedo. Apenas consiga las fotos, las subiré para que las comentemos.

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