La siguiente experiencia es completamente real. La vivimos con un amigo hace unos cuantos meses, en el pabellón de anatomía de la facultad de Medicina Veterinaria, lugar en donde estudiamos:
“Con un amigo, éramos los últimos estudiantes que quedábamos en la escuela, repasando las materias para el examen del día siguiente. Ya había anochecido, y como era época invernal, todos los alumnos se habían marchado a sus hogares. El frío y el silencio sepulcral se perpetuaban en las piezas anatómicas de un cadáver de caballo que utilizábamos para aprender anatomía, como también en los esqueletos de perro y gato ubicados en el mostrador. Estábamos estudiando muy concentrados, pero en cierto modo intimidados por la soledad que nos rodeaba, tomando en cuenta que nuestra escuela está ubicada a las afueras de la ciudad. De pronto, algo alteró la tranquilidad del momento. El hervidor, en donde calentábamos agua para preparar café, se prendió como por arte de magia, y comenzó a hervir instantáneamente. Con mi amigo, nos miramos extrañados, y lo apagamos. No nos causó mucho miedo, pues sabíamos que ese tipo de sucesos paranormales solían ocurrir en el pabellón, y por lo demás, no significaba ningún tipo de ataque hacia nosotros. Sin embargo, eso no era nada comparado con lo que nos esperaba. Momentos después del incidente del hervidor, alguien o algo tomó por fuera la puerta del pabellón cerrada con pestillo, y comenzó a hacer fuertes intentos por entrar hacia donde nos encontrábamos. Habrán sido unos 3 a 4 segundos, pero que nos parecieron una eternidad. De pronto, se detuvo, justo cuando se escucharon pasos como de alguien alejándose corriendo del pabellón. Rápidamente, corrimos hacia la puerta, la abrimos y nos adentramos en la oscuridad para descubrir al sujeto que nos estaba molestando, pero no encontramos a nadie. A esas horas de la noche, era realmente difícil que alguien se hubiese quedado únicamente para molestarnos, y de haber sido así, los guardias nos hubieran contado al día siguiente. Asustados como estábamos, tomamos nuestras cosas y nos largamos del lugar. Ya habíamos estudiando bastante, y no queríamos seguir en un lugar donde la vida y la muerte convivían tan de cerca.”
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Esta experiencia es real, y la quería compartir con ustedes. Es más, posteriormente mi amigo, intrigado por lo sucedido, fue nuevamente al pabellón y sacó varias fotos hacia la oscuridad. Lo que salió en ellas nos dejó muertos de miedo. Apenas consiga las fotos, las subiré para que las comentemos.